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"Para gustos no hay nada escrito"




“¿Qué no te gusta el atún? No me digas eso, tú tienes que probar mis pimientos rellenos de atún, ya verás como si te gustará el atún. La próxima vez te haré un plato con atún para que lo pruebes”

El anterior párrafo pertenece a la respuesta más reciente que recibí tras afirmar mis gustos gastronómicos. Lo cierto es que no es el primer comentario al respecto, y posiblemente no sea el último.

Las motivaciones que llevan a un servidor el lanzar un artículo en dicho blog acerca de dicha experiencia vivida, viene precisamente de remarcar un refrán universal: “Para gustos no hay nada escrito”.

La incredulidad que muestran muchas personas al expresarles que particularmente no te gusta algún producto, comida concreta, es comprensible. Sin embargo, la respuesta de las personas no debería ir más allá de dicha incredulidad. La persistencia en esa incredulidad, en volver a reiterar la pregunta, en esbozar un rostro expectante como si estuvieras viendo algo insólito, alguna locura, es francamente incómodo.

Debo decir que particularmente en mi caso, así como el de otras muchas personas que pueden afirmar que no les gusta alguna comida determinada, han tenido que probarlo previamente. Además de probarlo, posiblemente hayan degustado esa comida de diferentes formas (como es mi caso) para poder asegurar con firmeza el rechazo a alimento o comida en cuestión. Por tanto, sólo pensar en la ofrenda que hacen estas personas al ofrecerte, e incluso a veces hasta llegar a exigir que pruebes un nuevo plato con ese ingrediente, es hasta desagradable.

Al mismo tiempo, debemos resaltar, que la situación resulta en ocasiones incómoda para la persona, porque tras esa afirmación, se ve sometido a una avalancha en la cual se puede llegar a sentir desubicado. Entre otras cosas, porque dependiendo la persona que te ofrezca ese plato, hasta se puede tomar mal que no lo aceptes, aunque en realidad lo normal es que tuvieras el pleno derecho a poder rechazarlo dado las circunstancias.

Antes de finalizar el artículo, querría dejar constancia mi caso particular, en el cual es sólo un ingrediente, el cual, es prescindible. Pero se de la existencia de personas que no les gustan los tomates, el queso, o la leche (hasta conozco a personas que tienen fobia a las olivas!). Por tanto, creo poder asegurar que no soy un bicho raro en cuanto a la cultura culinaria se refiere.


Espero que este artículo ayude a entender a las personas que la persistencia, y la exageración en la incredulidad, pueden resultar incómodas. En primer lugar las personas son libres de querer comer y cocinar lo que les plazca. Y en segundo lugar, porque recordemos que para gustos no hay nada escrito. Mi consejo para las personas que no les gusten muchos ingredientes, es que digan que son alérgicos a éstos. Es la manera en la cual podreis estar tranquilos que no os lo servirán en el plato. No tendrás la duda de si en el próximo plato podrás volver a sentir ese gusto que a tu paladar no gusta.

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